AULA SOCRÁTICA III (3):
NATURALEZA Y ALCANCES DE LA EDUCACIÓN Y DEL EDUCADOR
Lilian Arellano Rodríguez
Por cuanto principio y fin de la educación es, en su intención y ejecución, la
actualización o perfeccionamiento voluntario e intencional del ser personal que
somos, resulta también ser uno de lo atributos que tiene mayor incidencia en el
direccionamiento de la existencia humana y del mundo como co-creación. Se
entiende, entonces, por qué se justifica una máxima preocupación por ella; más
aún, si tomamos conciencia de una serie de confusiones que sufre el llamado
“mundo intelectual”, con su consiguiente falta de auténticos líderes y la
suplantación de estos por ídolos, modas, opiniólogos o afanosos mercenarios de
las ciencias, técnicas, artes e incluso religión. ¿Cuál es la dirección que hoy
marcan las rutas que va trazando el hombre; de qué depende la dirección que el
hombre les da? El químico, experto en la manipulación de la fórmula del
plutonio, ¿hacia dónde dirige sus conocimientos, destrezas o competencias? El
artista, ¿busca la belleza y el éxtasis o se deja llevar por las impresiones
espontáneas que sólo mueven el gusto, el placer y el vértigo? El técnico,
inventor del celular o de
Noticieros, libros, congresos,
políticos, profesionales; en fin, servidores y servidos, claman por mejorar la
calidad de una adjetivada educación de mala calidad; pero ¿qué se entiende por
“educación de buena o mala calidad”? En sentido estricto, ¿puede existir una
educación de mala calidad o de lo que se trata es de una ausencia de educación?
¿Qué es educación? Cuando se analizan los resultados del SIMCE o de
Dos formas de ignorancia: Cabe
aquí recordar dos formas de ignorancia en que podemos caer:
1) Ignorancia de negación, cuando ignorando por completo la existencia
de una realidad o situación, con desconocimiento absoluto de ellas y sin
intención, se cometen errores por omitir lo que realmente desconocemos. Por
ejemplo, el médico no sabe qué decir respecto de lo que causó el cáncer al pulmón
en un paciente que no fumaba. En este caso, se trata de un error propio de la
perfectibilidad de todo lo que el hombre hace. No podemos saberlo todo; lo
importante es saber que no se sabe y no engañar ni engañarnos, afirmando lo
contrario
2) Ignorancia de disposición, cuando hay una actitud de imponer un
método o técnica que se domina, por sobre la integridad o complejidad real. En
este caso, intencionalmente, se suplanta la realidad por proposiciones que
aparentan ser verdaderas; es más, se argumenta para una comprobación que se
sabe lógica pero no real. No se trata del científico que sabe que le falta
mucho por saber y que sabe que puede errar; sino que estamos ante un
cientificista o pseudocientífico quien no comete un error por desconocimiento
sino con intención de engañar. Se trata de un problema ya no de comprensible
ignorancia sino de inmoralidad; ya que se hace uso de la inteligencia para
producir una apariencia de ciencia o sofística. Recuerdo haber compartido
varios viajes con una psicóloga que me aseguraba “Sé que profesionalmente no
estoy actuando en forma correcta, pues no averiguo las causas que llevan a mis
pacientes a la depresión o neurosis; pero hago lo que me enseñaron y es fácil
de hacer; averiguar las causas me llevaría a estudiar mucho más y a dar mayor
atención a mis clientes…ganaría menos y tengo proyectos económicos”
El problema es que el sofista o
aparente científico o filósofo no engaña en forma aislada o simple; sino que
para lograr credibilidad, estructura un sistema de engaños que transmite a los
demás. Así, existen sistemas erróneos de pensamiento. Es más, si todo lo que
dijeran fueran mentiras, fácilmente serían descubiertos, por lo cual se hace
uso de estrategias de manipulación: Se enuncia una verdad real para luego desvirtuarla.
Mientras el filósofo o científico ordenan su vida a la búsqueda de la verdad;
el sofista ordena su vida a que parezca que sabe. Ahora bien el engaño puede
darse en diversos niveles. Por ejemplo: en un primer nivel, el de la
observación, el biólogo puede emitir un juicio verdadero “Existe una similitud
entre la apariencia de los lagartos y las tortugas” En un segundo nivel, la
observación intenta llevarla a teoría, insertando la categoría de “causalidad”,
sin tener demostración de la misma: “La tortuga evolutivamente procede del
lagarto”. Esta aseveración ya es gratuita y más aún la universalización de la
misma “los animales proceden unos de otros por evolución” ¿Cuántos sistemas
llenos de engaños se han montado y hoy cobran aún vigencia o son nuevos; pero
igualmente desvirtúan la realidad? ¿Podríamos dar ejemplo de algunos de ellos
que tienen repercusión en la educación y en la ruta moral que ha seguido el
hombre actual? ¿Cuáles son las consecuencias de su amplia popularidad?
Preeminencia del
método por sobre la naturaleza de la realidad: Es común escuchar que una
afirmación carecería o no de valor científico, tomando en cuenta sólo si se
apoya o no en un riguroso y consabido método que irradiaría en ella su carácter
de cientificidad; ello, debido a su sistemacidad, objetividad, exactitud,
verificabilidad. No hay dudas, estamos entonces ante un creyente de la razón y
de la estadística como avales de la verdad. Pero, si el científico tiene por
vocación y misión el deber de ser un descubridor y entendedor de realidades
(donde la rigurosidad del método tendrá que ser evaluada por su capacidad para
instalarnos en esa realidad tal cual es), ¿qué pasa entonces con el sistema de
evaluación que prevalece en nuestro país y en muchos otros? ¿Es posible que una
proposición falsa, que desvirtúa la realidad, pueda ser considerada científica
y exacta sólo porque hace uso de un método y técnicas o estrategias catalogadas
de antemano como científicas? El investigador que echa las redes al mar, aunque
lo haga múltiples veces y realice una estadística de muestras, no puede
asegurar que allí no existen peces de menor tamaño al diámetro de los orificios
de su red. También es absurdo deducir que en un condominio donde viven 30
familias, con un total 120 personas, se necesitan 4 camas por hogar. Al
respecto es importante considerar el abuso que hoy se hace de los datos
estadísticos.
La
estadística cuenta los efectos que se repiten; cuestión imposible de hacer en
el ámbito de lo humano donde debiera primar la originalidad, creatividad,
voluntad, el sentido… todos atributos que emanan de la libertad de ser que
caracteriza al hombre. De ahí que los archivos se van llenando de estadísticas
de pobreza, rendimiento, deserción escolar, muerte por accidente, femicidio…
mientras, el ser humano queda esperando que descubran su realidad y la
situación vital en que se encuentra; cuestiones éstas que no entran en la
estadística pues cada caso sería “uno”. ¿Qué otorga, entonces, el carácter de
verdadera a una afirmación; la exactitud del ordenamiento estadístico de los
datos que se presentan o que las afirmaciones correspondan a la realidad?
Ahora bien, como educadores urge
tener claridad exacta sobre nuestro quehacer; con exactitud real, esto es,
cualitativa. Como administradores de diferentes servicios educativos nos
interesará responder a todos los cuántos; pero si queremos que esos cuantos
sean de calidad, deberemos antes preocuparnos de sus qué, por qué, para qué y
cómo. Por ahora, a modo de ejemplo de una problemática que nos afecta a todo
los profesionales vinculados a la educabilidad (capacidad de educarse) y
aceptando que existe una perfectibilidad educativa, preguntémonos de qué
depende la actualización de ésta; qué la define, qué la determina, qué la condiciona.
Y si queremos estar a la moda, también preguntémonos ¿qué “competencias”
requiere desarrollar el hombre de hoy para educarse y cuáles serían, entonces,
los “indicadores” educativos que expresarían esas competencias? Es más, en un
plano anterior y más profundo, dadas las condiciones en que nos encontramos
viviendo, preguntémonos si hoy tiene sentido ser educador y cuáles serían los
alcances de este educar. ¿Acaso no sería más leal consigo y con los demás,
declararse incompetentes o desinteresados en formar en principios de vida y
elegir la funcionalidad que es neutra? ¿Por qué, en definitiva, no nos ponernos
como meta ser los mejores instructores, informadores, ideologizadores o
estrategas de la manipulación y de la eficacia? ¿Tiene hoy sentido la formación
de un hombre férreo en principios de vida; de tal modo que por convicciones
llegue a renunciar al merecido sustento y bienestar, si obtenerlos le significa
atentar contra los valores aprehendidos como tales? ¿Para qué educar;
informamos y formamos; para crear una sociedad de conocimientos y destrezas o
para poner estos al servicio de una sabiduría de vida? Estas y muchas otras
interrogantes debe enfrentar, desde siempre, y hoy más que nunca, quien en su
vida dispone de la educación como profesión y trabajo; pues dependerá de la
calidad de sus respuestas, la calidad del compromiso que asuma con la sociedad
a la cual servirá; también dependerá el sentido y valor que dé a las ciencias,
las técnicas, las artes, la política, la religión, la familia, la amistad, la
naturaleza, la vida y la muerte….
El diario acontecer
muestra que sin educación podemos construir, y con mucha eficacia, poderosas
comunidades nacionales e internacionales que aseguren un alto enriquecimiento
material; pero también deja en evidencia que sin una auténtica educación es
imposible consolidar la formación de una persona honesta, justa, caritativa; en
fin, una persona leal a los valores que elevan el poder adquirido u otorgado a
rango de autoridad. Bueno es traer al presente el sentido de los términos
“Autoridad” y “poder”, ambos acuñados por los romanos como “auctoritas” y
“potestas”, respectivamente. El primero, hacer referencia a la idea de “Autor”,
esto es, a quien creador de su obra tiene conocimiento de ella: de su ser (qué),
por qué, para qué y cómo. De aquí se deduce que la autoridad conoce su obra y
la ama; por lo tanto, si además tiene el poder (potestas) puede bien
representarla y en forma sabia tomar decisiones que le beneficien; pues desde
ya respeta su ser. Por ello, el poder sin autoridad es sólo un ejercicio de
dominio que se puede adquirir de diversas formas. Se puede ser jefe, sin ser
autoridad y no serlo, siendo autoridad. La preguntas que surgen entonces son
¿Formamos para lograr un ser que se constituya en autoridad o que sólo maneje
las estrategias que llevan eficazmente al poder? ¿Formamos un cultivador,
co-creador del Universo o un dominador y aprovechador sin fronteras? ¿Formamos
para ser buenos servidores o para ser por sobretodo servidos? Si el científico
es quien sabe descubrir y el técnico es quien sabe hacer algo, ¿estamos
formando hombres con diversas vocaciones pero siempre respetuosos de la verdad,
bien y belleza o sólo nos interesamos por formar hombres competentes, eficaces
y productivos, convirtiendo entonces al científico en técnico y a éste en
operario?
Pareciera que el acento está
puesto en procurar un mundo cada vez más tecnologizado... ¿Se han preguntado
qué persigue el hombre con la construcción de rascacielos como Burj Califa o
Torre Dubai, con
La tecnologización del hombre
se hace patente en el instrumentismo, maquinismo (cibernetismo) o
artificialización que invade el mundo, con la consiguiente despersonalización y
mecanización del trabajo, del hogar, del ocio y de todo ámbito. Estamos en la
era del hombre y mujer fabricados: Rostros y cuerpos modelados a arbitrio,
placer en base a drogas, funcionalización de sí mismo… El hombre masa de hoy –
porque siempre ha existido; ya que los líderes siempre han sido los menos- es
un ser que se somete a la ley de normalización, la que a su vez se subordina a
la forma funcional de la máquina. No se trata de una cuestión de falta de
capacidades o de acceso restringido a la educación; se trata de un estilo de
vida elegido como tal, como un ideal. Terminología como liposuccion.
Lipoescultura, abdominoplastia, dermolipectomias, Lifting facial o de muslos,
Blefaroplastia, Rinoplastia, Otoplastia, pasan a formar parte habitual de los
presupuestos. Hay una cosificación de la persona; el ideal de una figura
maniquí. Es el hombre confundido entre el poder y el progreso; un hombre que al
no saber de sí no saber qué hacer de sí y del mundo. ¿Cuál es nuestra misión
educativa al respecto?
Vivimos un mundo de la información y
comunicación cada vez más rápida y perfecta; tecnológicamente hablando… La
comunicación pasa a ser conectividad. Comunicación-Conectividad. “Conectarse,
estar conectado” son expresiones frecuentes. La conexión, como mencionaba
previamente, es un bien en sí mismo, y por tanto un derecho. Estar conectado
representa estar en el mundo, formar parte del sistema, lo que te permite a su
vez ser creador de nuevos sistemas. La conectividad es condición necesaria para
la comunicación a través de la red. Las formas comunicativas están
transformándose dentro de la red a través de la creación de las comunidades
virtuales.”
(Cf. http://campus.usal.es/~teoriaeducacion/rev_numero_02/n2_art_gros.htm
) La pregunta surge ¿A mayor conectividad, mayor comunicación?
Es interesante
reflexionar sobre la propuesta de Begoña Gros, profesora titular de
Los medios no sólo nos masajean sino que
masajean a la educación, se introducen en nuestras vidas y, de pronto, nos
damos cuenta de su influencia. No acabo de entender muy bien las razones, pero
los profesionales de la educación se ocupan poco de los medios. Los critican,
eso sí, con mucha frecuencia. Los contenidos de los medios no son apropiados,
los niños pasan demasiado tiempo delante de la televisión, del ordenador, de la
consola,… No leen porque hay informática. No salen a jugar porque hay
ordenadores. Los padres miran a sus hijos, los dejan delante de la televisión.
Ven la programación infantil y no hay problema (eso piensan). Los educadores
les advierten: vea la televisión con sus hijos, introduzca el espíritu crítico,
analice los mensajes. Pocos lo hacen. Los padres miran los ordenadores, ven a
sus hijos absortos delante de la pantalla. ¿Cómo pueden pasar tantas horas
concentrados delante del ordenador?, controlan el tiempo que pasan, no son
capaces de hacer nada más. Los educadores les advierten: no todo lo que hay en
Internet es positivo para sus hijos, cuidado con los juegos que le compra:
DESCONCIERTO TOTAL.
El problema es que los
profesionales de la educación también están desconcertados. Hay que ser
flexible, integrar medios, diseñar nuevos modos de formación, nuevas formas
comunicativas. ¿Por dónde empezamos? Este es el reto y, a la vez, un camino que
los profesionales de la educación no pueden descuidar. Nuestros alumnos de hoy
son muy diferentes a los de hace diez años, no podemos enfocar el proceso de
enseñanza-aprendizaje de la misma forma y, es fundamental, crear profesionales
capaces de contribuir a un buen desarrollo de las tecnologías de la información
y la comunicación para que la cibercultura sea de verdad, una cultura. “
Es claro que la relación del
hombre consigo mismo, con los demás, con la naturaleza, con la cultura, con
Dios, ha sufrido cambios los que a su vez han cambiado al hombre mismo: su
ritmo de vida, su forma de sentir el tiempo y el espacio, su mentalidad, sus
valores, su sentido de la ignorancia y del misterio; la idea de vida y de
muerte y de sus propios límites. ¿Qué valor se da en este mundo a la presencia
real del otro, al amor, al instante único, a los rituales…? ¿Qué tienen que
decir al respecto? ¿Cuál es la misión del educador en relación con la
respectividad del ser personal?
REFLEXIONES
1. a) ¿Cuál es la importancia de la educación en el direccionamiento de la
existencia humana y del mundo como co-creación?
b) Se habla de la falta de auténticos líderes en el
ámbito intelectual, ¿cuál es la situación que se da en el ámbito educativo?
Reflexione sobre esta problemática.
c) ¿Qué es lo que caracteriza al hombre masa actual?
¿Cuál es la misión del educador frente a él?
2. a) ¿Cuál es la importancia de la educación en el direccionamiento de la
ciencia y de la técnica; dadas las características que hoy manifiestan? Primero
describa las características de la ciencia y técnica actuales; luego, deduzca
el papel de la educación frente a las mismas.
b) ¿Qué es la ascética y qué es la mística; cuál sería
la importancia que podrían tener en la formación del perfil del educador?
3.a) Formamos para lograr un ser que se constituya en autoridad o que sólo
maneje las estrategias que llevan eficazmente al poder. ¿Qué “competencias”
requiere la formación del profesional de la educación en uno y en otro caso? ¿O
la formación de uno excluye la del otro?
b) Reflexione sobre el reto de formar hombres íntegros y formar hombres competentes, eficaces y productivos.
c) ¿Todo desarrollo tecnológico implica progreso?
4. a) ¿Cuál debe ser la correcta relación entre método y verdad real? ¿Cuál
podría ser una de las consecuencias del primado del método por sobre la
realidad a investigar?
b) ¿Cuándo la ignorancia es un error y cuándo una
inmoralidad? ¿Cuáles son las consecuencias de una y de otra?
c) Respecto el uso de las TIC, Begoña Gros, expresa
que se trata de un camino a recorrer por los educadores. A la luz de este
párrafo y del Aula, conteste la pregunta que ella hace “¿Por dónde empezamos?
5. a) De acuerdo con la exactitud real a la que debe aspirar todo científico ¿Cuáles
son las 4 preguntas fundamentales que debe hacerse todo profesional de la
educación. ¿Cuáles son las consecuencias de su omisión?
b) ¿Cuál es la finalidad educativa de la ciencia,
técnica y artes; o acaso deben ir en forma paralela, ajenas a la educación y,
por lo mismo, a los valores humanos y de la naturaleza?
c) ¿Cuáles son los alcances de la tecnologización del
hombre y cuál es nuestra misión educativa al respecto?
d) La pregunta que hoy surge es ¿A mayor conectividad,
mayor comunicación?
6. Calidad de la educación a) ¿A qué se hace realmente referencia cuando hoy se
habla de “educación de buena o mala calidad”? En sentido estricto, ¿puede
existir una educación de mala calidad o de lo que se trata es de una ausencia
de educación?
b) Cuando se analizan los resultados del SIMCE o de la
PSU, ¿se está evaluando la calidad educativa? Actualmente, ¿se evalúa la
educación? ¿Cuál es el sentido, el alcance y límite de la medición y/o de la
evaluación?
c) ¿Podemos asegurar que una afirmación tiene el
carácter de rigurosidad que exige la ciencia, por el sólo hecho de sustentarse
en una fórmula matemática exacta?
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