DIMENSIONES DEL SABER
Lilian Arellano Rodríguez
Aprehender la
realidad, es propio del ser humano: Nosotros, no sólo nos hallamos entre cosas
o usamos de ellas, sino que las aprehendemos como realidades a contemplar,
descubrir o indagar, cultivar, transformar, imaginar, atesorar y habitar. Es
más, y ya lo dijimos, también ideamos realidades que no son tales sino
conceptos que nos sirven para representarlas o hablar sobre ellas e, incluso,
inventamos seres fantásticos no reales.
El animal, a diferencia nuestra, se halla y vive entre cosas que usa,
reconoce y siente, en la misma medida que le suscitan como meros estímulos y no
como realidades que estimulan. Por lo
mismo, el animal tampoco elabora conceptos, proyectos, ni fantasías; sólo
“siente” y reacciona a esa parte de su hábitat que le llega a modo de impresión-estímulo.
Por ello, el conocimiento que tiene el animal de la realidad es experiencial –
sensorial - estimúlico; lo que le impide el acceso a mundos sólo humanos como
lo son: el mundo moral, artístico, religioso, científico, filosófico y del humor.
¿Cómo entender nuestros mundos; qué diferencia a uno del otro?
Saber es saber definir, saber discernir, saber
entender:
El ser humano no sólo
vive sino que quiere entender la vida, el Universo y el origen y destino de ambos.
1.- Saber discernir:
es saber distinguir entre lo que una realidad “verdaderamente es” y lo que
“puede parecernos que es” (parecernos oro) o
“puede aparentar ser” (el ser humano puede aparentar sentimientos,
actitudes, esto es, intencionalmente engañarnos y aparentar, por ejemplo, ser
nuestro amigo). Discernir, sin otro
calificativo, es distinguir entre lo que algo es y lo que parece ser: Así, el
amigo dice al otro “Te engañaron; tu anillo no es de oro porque se puso negro y
el oro no se pone negro; lo sé porque le pasó lo mismo a tal o cual”. Pues bien, aunque su afirmación esta vez sea
cierta, no es un saber discernir; por lo mismo, es muy incierta; sólo alude a
un conocimiento experiencial sin mayor fundamentación científica; del cual
tampoco podrá dar mayor explicación. Saber discernir, en cambio, exige saber
fundamentar la distinción que hemos realizado entre lo que puede parecernos oro
pero realmente no lo es, entre la
persona que aparenta amistad y el verdadero amigo. Así, saber
discernir, en el caso de nuestros ejemplos, requerirá que definamos qué es oro y qué es amistad, de tal modo dar
razones del por qué no debemos confundir apariencia de oro con presencia de
oro; apariencia de amistad con amigo presente. En otras palabras, el saber
discernir nos exigirá saber definir; pues sólo así, podremos demostrar y
explicar la diferencia entre la realidad
verdadera y la aparente verdad, esto es, la falsedad.
2.- Saber definir:
Cuando somos capaces de definir no sólo discernimos una cosa de su apariencia,
lo que es de lo que no es, sino que, además, circunscribimos con precisión el
perfil de esa realidad, su esencia o los atributos que la identifican como tal;
pues definir implica explicitar o explicar los atributos propios de una
realidad; su contenido y estructura fundamental. Entonces, si tenemos la definición de oro y
de amistad, podremos afirmar que la realidad que nos parecía oro, no lo es
porque no posee los atributos del oro y la que aparentaba amistad tampoco posee
los atributos de la amistad. Peo el saber discernir nos exige aún más; pues
hasta aquí sólo estaríamos en condiciones de afirmar qué es lo que esas
realidades que aparentan ser oro o amistad no son: Podemos afirmar no es oro,
no es amistad ¿pero, entonces, qué son? Tomemos el caso del oro: si esa
realidad, que nos parecía oro por su
aspecto, no lo es ¿cuáles son, entonces, sus verdaderos atributos; qué
realmente es? Análogamente, en el caso del falso y aparente amigo, ¿qué
atributos existen en él que no son los propios de un amigo y, por lo mismo, qué
es? En el caso del oro, podríamos decir que lo que esa realidad sí posee y la
define son los atributos del aluminio puro el cual hoy se trabaja con rayo láser,
otorgándole una apariencia de oro. Sin
embargo, quien sabe discernir y sabe definir no los confundirá y sabrá
discernir entre oro y aluminio puro trabajado con láser. Análogamente, en el caso de quien aparenta
amistad y ya sabemos que no es tal, pues no posee los atributos de la amistad
(el amor generoso y desinteresado), indagaremos qué es y descubriremos que se
trata no de un amigo sino de un adulador que se define por su egoísmo y uso de
la persona que adula; pues sólo la alaba para obtener su confianza y,
consecuentemente, los beneficios que sí le interesan: ascenso social,
económico, placer sexual, fama, etc.
Podemos entonces
concluir que saber discernir implica saber definir.
3.- Saber entender:
Pero saber implica más que discernir y definir. Saber es poder razón del “por
qué” y del “para qué” de tal o cual realidad y su situación real. El saber
entender es el saber de las causas y principios del ser de una realidad; en
respecto consigo, con su origen y con las otras realidades. En este nivel de
saber, nuestro entendimiento inquiere por las raíces y sentido de la realidad y
de su actuar. Estamos en un nivel de
profundidad que nos lleva a indagar los fundamentos del ser real: su esencia y
existencia. Quien se mueve en este nivel
de saber, puede explicitar la necesidad (causas determinantes) y condicionantes
(influencias) que explican por qué las realidades son o actúan como son y, por
tanto, del por qué no son de otro modo.
Entender, por ejemplo, por qué existe la amistad, cuál es el sentido de
ella en la vida del hombre, por qué tal persona es un gran amigo o sólo simula
serlo; cuál es la actitud, actos y obras que ejerce y cómo incide en sí mismo y
en otras realidades con las cuales crea ámbitos. En fin,
en este nivel de saber como entendimiento, el ser humano busca las
razones primeras y últimas de todo, del Universo y de su propia existencia en
él. No olvidemos que el Universo es el constructo de realidades; por lo cual,
no es posible entender una realidad aislándola del todo: El saber es
sistemático. Saber algo es saberlo sistemáticamente, en su comunidad con todo y
con el todo.
Ahora bien, si el
saber, a nivel de entendimiento es sistemático, el pensamiento debe ir más allá
de silogismos o pensamientos deductivos que se caracterizan por ser lineales,
es decir, estudian las partes o la realidad como si existieran separadas del
todo y yuxtapuestas (una al lado de la otra): El aparato locomotor, el aparato
circulatorio, el aparato digestivo, la afectividad… etc., olvidándose que ellos
no son entes aislados ni abstractos, sino que conforman un todo que es lo único
real. Es lo que tratan de expresar los médicos cuando dicen: “No existe la
enfermedad sino el enfermo” y explican que un enfermo puede tener mayor daño
orgánico que otro pero, dependiendo del sentido que tenga en su vida esa
enfermedad, puede sentirse más o menos enfermo, superar o no la enfermedad.
Así, mientras el conocimiento o instrucción es lineal y deductiva, el saber es
analéctico (no lineal, es decir, no parcelado) sino integral y transobjetivo
(Ver Aula Socrática: “Hacia un estilo integral de pensar”).
Saber entender nos
lleva al reto educativo de enseñar a educir o discernir comprensivamente,
jerárquicamente; pues que la realidad sea íntegra no significa que la vista, por
ejemplo, tenga la misma importancia que las manos o el oído; es más, la
importancia de cada uno de estos dependerá de si hablamos de un pianista, de un
pintor, una modista o de un asesino. Saber entender, es saber explicitar el
sentido de cada realidad situada y esencialmente, en su mundo y en el Universo,
su por qué, cómo y para qué, su ser integral y su valor en el todo. Saber entender implica saber definir,
discernir, valorar, comprender.
Observación: Ahora bien, no toda realidad es accesible
del mismo modo. Para entender el ser y comportamiento del hidrógeno requiero
acceder a él de distinta forma que para entender el ser y comportamiento de
aquel niño. A la forma de acceso a las realidades hasta llegar a su
entendimiento, llamamos método. En este sentido, debemos tener presente que
saber es atenerse modestamente a la realidad y que el método es riguroso sólo
si es el adecuado para llevarnos al encuentro y descubrimiento de la realidad.
Las realidades personales, requieren de un distinto método que las realidades
materiales, si queremos entenderlas como tales. Por ello, considerando la
complejidad de la realidad, al menos para nuestro entendimiento, la sabiduría
no es simplemente un modo lógico de conocimiento, sino una
"disposición", “vocación”, “actitud” y “dedicación” de respetuoso
encuentro con la infinita realidad.
FORMAS DE SABER
De acuerdo con el descubrimiento y/o realización de los
valores -bien moral, belleza, verdad - y la búsqueda o cultivo, en orden a una
mayor utilidad o provecho de la naturaleza, el saber puede ser: saber actuar,
saber obrar o hacer algo y saber descubrir.
1.- Saber actuar
dice relación directa con nuestro ser en cuanto orienta nuestras decisiones de
vida. A diferencia de nuestra esencia, nuestra existencia no está hecha;
debemos decidir en cada segundo el cómo existirla, realizarla. Tomar una decisión correcta no es fácil; pues
podría ser una elección conveniente pero injusta, correcta pero no prudente,
correcta pero que atenta contra un bien mayor, un bien común o un Bien
Final… El saber actuar dice relación
directa con el saber moral, dando lugar a una disciplina filosófica que
llamamos ética. Sólo el ser humano es un
ser moral que, por lo mismo, puede actuar contrariamente a la moral, esto es,
inmoralmente. El animal no es moral ni inmoral sino amoral; el hecho de no ser
consciente de sus actos, de no tener otras opciones que las que determina su
naturaleza y hábitat, le exime de hacerse responsable de sus actos.
El saber ético o saber de la moral, tiene que ver con el
saber discernir entre el verdadero bien y el aparente bien o mal, el saber de
las virtudes, principios generales que rigen los actos, calificándolos de
buenos, menos malo, más malo o perversos, la casuística que estudia los
atenuantes y agravantes, el mérito o inocencia, la deontología o ética
profesional que estudia los deberes propios de cada profesional.
2.- Saber hacer algo es el saber del
tecnólogo que nos dice cuáles son los principios que explican el cómo funcionan
las realidades, de tal modo poder perfeccionarlas, transformarlas, inventar
instrumentales u otras realidades que, en forma natural, no se habrían dado de
la misma forma.
No es lo mismo saber hacer algo que “hacer algo”. El obrero
u operario “hace algo”, por ejemplo, arma un auto, de acuerdo con las
indicaciones que se le entrega, pero no
sabe los principios de su quehacer: el qué, para qué, cómo y por qué de cada
pieza y sus funciones. Quien sabe hacer
algo es el técnico. Ahora bien, en este
saber interesa no sólo el saber hacer sino la obra producida o creada: la
perfección del saber y la perfección de la obra. Si la finalidad de la obra es
ser útil, hablamos de saber técnico y a la obra damos el nombre de producto,
medio, instrumento. Si el ingenio de quien tiene el saber hacer técnico es tal,
que no sólo entiende los principios de su quehacer sino que es capaz de
inventar o crear un producto o mejorar otro, hablamos de ingeniero. Si la obra
es fabricada en serie, hablamos de producción industrial y, si se elabora un
objeto que sea útil y, al mismo tiempo, guste, se emplea el término “bonito-a”:
un vestido bonito, un vaso bonito, un ornamental bonito, una artesanía. Si el saber hacer tiene como finalidad la
creación de una obra única, que exprese belleza y no utilidad y que, además,
exprese el estilo, ideas, sentimientos de un momento también único en la
biografía del artista, estamos ante la llamada obra de arte y a ese saber le
llamamos “saber artístico.
3.- Saber descubrir es el saber del filósofo
o científico; implica un saber indagar, esto es un saber descubrir que permita
discernir, definir y entender la verdad real o situación real que se
indaga. Dado que la verdad es real,
pertenece a la realidad, la verdad no se inventa: se descubre y luego,
demuestra. Demostrar la verdad es dar
razones, fundamentos, del por qué necesariamente algo es tal como es.
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