jueves, 13 de marzo de 2025

FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS DE LA EDUCACIÓN

 FUNDAMENTOS EPISTEMOLÓGICOS DE LA EDUCACIÓN

LILIAN ARELLANO RODRÍGUEZ

educadesdelaciencia.blogspot.com 

… Ser profesor. Una profesión educativa. Profesor, profesional, derivan del verbo profesar que significa confesar, hacer público. Profesional es la forma que elegimos, de acuerdo con nuestra vocación de servicio, de hacernos presente ante los demás.   Así, profesor es el profesional de profesionales, quien se profesa enseñando a profesarse; para ello debe poner sus talentos (potencialidades) y saber al servicio de la educación del ser humano, esto es, debe constituirse en creador de situaciones que ayuden al autodescubrimiento y realización –recordemos que la educación es autoeducación- como personas (personeidades), personas únicas (personalidades) y profesionales.  Nuestra misión, entonces, se dirigirá a personas únicas que, a su vez, elegirán sus propias vías (saberes) para servir a los demás: artistas, artesanos, técnicos, ingenieros, científicos, religiosos, militares, empresarios, políticos, economistas, comunicadores, presentarán sus más propias y preciadas potencialidades; las que deben aprender a potenciar y realizar, en orden a los valores trascendentes bien, verdad y belleza… Ninguna vía es mala ni innecesaria; todas ellas potencializan al ser humano; pero educado es quien pone el poder al servicio del deber.  Nuestro reto educativo, por lo tanto, será descubrir la forma de co-crear situaciones que enseñen a descubrir y cultivar la creación y a sí mismo, con infinito respeto y equidad.

… estimados alumnos, por vocación, ustedes y yo somos educadores y desde ya debemos entregar nuestros pequeños o grandes talentos, conocimientos y habilidades o competencias, a quienes son y serán nuestros educandos; directamente  a ellos pero también a sus familias, amigos, comunidad en general, medios de comunicaciones… Solos no podemos hacer todo lo que el mundo actual requiere de nosotros: Debemos formar comunidades educativas, sabias y no meramente cognitivas,  con una sola intención: Limpiar almas agrietadas por el desamor o el egoísmo, la prepotencia, la mentira, para conformar una sociedad donde convivamos en paz, justicia, colaboración, misericordia y caridad.

Actitudes del Hombre ante la realidad:         

1.       La actitud filosófica

                La Filosofía no es un conocimiento hecho; sino un hacer, un constante filosofar. Enseñar filosofía es enseñar a filosofar, a reflexionar con la mirada puesta en la verdad real; sin otro compromiso que con la verdadera realidad….  Por ello, en el filosofar, no hay enemigos ni cómplices; no hay intento de posesión o de poder sobre el otro; sino sólo maestros y discípulos; adversarios siempre dialogantes…ni perdedores, ni ganadores.   Sócrates, Platón, Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes, Heidegger, Ortega y Gasset, Zubiri y tantos más, nos presentan una diversidad de perspectivas que emergen de tiempos, historias y mundos distintos pero todos unidos por una misma vocación, misión e ideal: la búsqueda fervorosa de la verdad y su enaltecedora enseñanza. …

(Develar: quitar los velos para descubrir la verdadera realidad, oculta tras las apariencias. Saber develado es aquel que procura el hombre por sí mismo, haciendo uso de su entendimiento e instrumentos indagativos).

La filosofía es un filosofar …esto es, un quehacer que emana de una actitud de búsqueda, de descubrimiento; una actitud intelectual de honesta búsqueda de la verdad por amor a ella; un saber al estilo socrático: una dedicación, un compromiso, una vocación, un amor. Un saber humilde que indaga con respeto; que sólo puede asegurar qué es lo que no sabe y, simultáneamente, una actitud educativa porque insta a un constante afán de superación, de interrogantes y de diálogo.

       

        Así, el método filosófico es el camino que realiza cada cual para encontrarse con la verdad; esto es, con la realidad que "verdadea" o verdad real. En este sentido, cada camino es único, porque cada uno debe no sólo recorrerlo sino construir, dirigiendo y haciendo uso de las herramientas y estrategias necesarias para ello; lo que no es lo mismo que decir que cada cual tiene su verdad; pues la verdad no depende del camino ni de quien la indaga; sino que pertenece a la realidad indagada o cuestionada por el investigador o filósofo. Insistamos una vez más: la verdad no depende de lo que creamos, pensemos o deseemos; por el contrario; nosotros debemos buscar la forma adecuada de acceder a la realidad verdadera, haciendo uso o forjando los caminos y herramientas, instrumentos o estrategias (técnicas) que respetan la naturaleza de ésta de tal modo descubrirla sin adulterarla.  En la actitud filosófica, el indagador encuentra su fuerza en la realidad o verdad real: en ella está su fundamento; pues verdad es lo que la realidad realmente es.

 

2.       La actitud doctrinaria

        Más allá, en el origen y destino de nuestras existencias y mundos, encontramos, ya no la ignorancia de los límites del conocimiento develado, investigado, demostrado; sino el misterio que sobrepasa la razón y  busca una respuesta en la verdad revelada.  La verdad revelada es aquella que se ofrece a quien tiene fe, escucha y asume como verdad lo que le dice aquella Realidad de Realidades, Creador no creado, sabio y amante perfecto, creador del universo.   La fe tiene que ver con los misterios, con aquella dimensión del Universo que nos sobrepasa: ¿Por qué vinimos a la existencia; ¿por qué de esta forma, en un aquí y ahora precisos? ¿Antes de la vida y después de la muerte, qué y para qué?  La verdad revelada no es una verdad a la que se tenga acceso desde la razón y desde el laboratorio, pues las realidades a las que alude son superiores a las que se pueden apreciar en un tubo de ensayo, captar un microscopio o un telescopio.  

                Todo ser humano es creyente; pues creen tanto los que aceptan como los que rechazan la existencia de un Ser Superior; ya que estos últimos tampoco pueden demostrar su no existencia.  El camino de la fe no es un camino contrario al de la razón, sino distinto; pues ambos –si son honestos- buscan la verdad real.  Así, son muchas las ideas (producto del razonar y la investigación) y las creencias (producto de la fe) que coinciden… Es más, el hombre de ciencia, si es honesto, sabe que su filosofía o ciencia tiene límites y que la realidad es más compleja de lo que puede hoy captar su razón.  Tanto quien se inicia en la existencia y el saber, como quien ya ha recorrido gran parte del camino, se da cuenta que las preguntas que nos hacemos sobre nuestra esencia, origen y destino o sobre el sentido último del Universo y de la educación, nos llevan más allá de los límites de la filosofía y de la ciencia; pues no todo puede ser observado ni razonado…

                 Ante la diversidad de credos, el respeto es la actitud propia del educador. Respeto y tolerancia se ponen a prueba ante quienes tienen un credo distinto, con un solo límite: Es respetable toda idea y credo que no atenta contra la dignidad de ser. Por mi parte, tengo un pensamiento que siempre lo transmito: Toda fe que saca a luz lo mejor de ti, es válida.

                  Credo, ideario e ideología se presentarán como alternativas, en un juego que variará según el sentido que demos a nuestra existencia y, en ella, a nuestra profesión.  Lo importante es tener clara la diferencia entre una y otra actitud, sus alcances y límites y nuestro deber educativo ante ellas.           

  

3.       La actitud ideológica

… La fuerza de una ideología está no en la verdad real sino en la idea propagada, en la fuerza de la mayoría que la milite: Que hoy alguien proponga que la tierra es el centro del sistema solar, no tendría ninguna fuerza…   Por lo mismo, en el ámbito ideológico, hay seguidores y opositores, conveniencias e inconveniencias, propaganda y anti propaganda, estrategias de manipulación para lograr adherentes y derrotar al “enemigo” que es visto como obstáculo opositor: están los “nosotros” y “los otros”.  No es suficiente la exposición de la verdad, sino el ser convincente, creíble.  Al ideólogo le interesa la popularidad, pues sin ella no tiene el apoyo de la masa para obtener poder; por lo cual la idea es simplificada y entregada de forma intencionada al propósito ideológico. 

Mientras en la actitud científico-filosófica vamos directamente a la realidad para desde ella hacernos una idea sobre la misma, en la actitud ideológica no indagamos sobre la realidad, sino que preguntamos a otro qué piensa sobre ella: hay un desarraigo de la realidad.  Insisto en que no podemos ser indagadores de todo; pero es importante saber cuándo estamos moviéndonos de una u otra forma, para prevenir el error, el engaño.  Educativamente, es importante tener presente:

La ideología puede ser objeto de estudio o puede ser objeto de militancia: Ahora bien, las ideologías respecto ciertas área de la existencia pueden ser filosófica, histórica o científicamente estudiadas y enseñadas; algo muy distinto es que la forma de estudiarlas y enseñarlas sea ideológica. En este último caso, nos encontraríamos en una actitud militante que, como tal, pretendería hacer del educando un adherente ideológico; lo que es contrario a la educación cuyo carácter formativo requiere de un educando interrogante, crítico, cuestionador e indagador y de un educador que crea las condiciones propicias para ello.  Situación contraria al ideólogo que parte con ideas preconcebidas, con la finalidad de propagarlas y no ser cuestionado.   Demás está decir que para que se dé un debate de ideologías, que también puede ser interesante educativamente, éste se debe dar ante un público idóneo que posea autonomía cognoscitiva y moral sobre el tema a discutir, de tal modo pueda superar las propias simpatías o conveniencias personales.

 

 

 

 

 

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