jueves, 13 de marzo de 2025

FUNDAMENTOS AXIOLÓGICOS DE LA EDUCACIÓN

 FUNDAMENTOS AXIOLÓGICOS DE LA EDUCACIÓN

Principios de Ética General

1º   Haz el bien y evita el mal

2º Principio de tolerancia: Desgraciadamente, dado que existe el  mal, cuando no hay alternativa alguna para evitar un mal mayor, se debe actuar conforme al mal menor.

3º   Se puede actuar mal por comisión u omisión, esto es, cuando se hace lo que no se debe hacer o cuando no se hace lo que se debe hacer.

4º   Para que haya mérito o culpabilidad de los actos, tiene que haber conocimiento o debiera haberlo y voluntad.

5º Existen agravantes y atenuantes de lo actos:

      a)  Según la acción e intención:

ACTO

INTENCIÓN

MORALIDAD

Bueno

Buena

Bueno

Malo

Mala

Perverso

Bueno

Mala

Más malo

Malo

Buena

Menos malo

 

      

 b) Es más malo actuar contra alguien inocente o de actuar correcto, que ante quien actúa mal.

 c) Más mal actúa quien tiene mayores conocimientos y mayores responsabilidades.

 d) Mayor es el mal cuando se atenta contra un bien mayor.

 e) Mayor es el mal si se hace con escándalo, esto es, se ufana de él y se trata de propagar.

 f)  Mayor es el mal si se actúa en contra de quienes somos responsables

 g) Mayor es el mal si se actúa contra un bien público o común que contra un bien particular.

 

          Educarse implica el reto de ascender en honestidad, en bondad de ser, en mérito de ser; implica, por lo mismo, la realización de virtudes.    Ahora bien, llamamos virtudes morales a las diversas formas que presenta la realización del bien, acorde las situaciones que debemos enfrentar durante el desarrollo de nuestra existencia. Así, hablamos de virtudes naturales cardinales o derivadas y de virtudes teologales o sobrenaturales. La educación en este sentido implica un reto moral, pues el bien no siempre es fácil de distinguir del mal; como tampoco es fácil superar la comodidad, conveniencias o placeres inmediatos que puede ofrecer el aparente bien o mal. Muchas veces el ser humano distingue entre lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto; pero por debilidad cae en los vicios. Mientras las virtudes implican una real realización del auténtico ser que somos; los vicios implican una falta de auténtica realización que puede ocultarse tras la fachada de bienestar, poder, tener o placer.

            Prudencia, Fortaleza, Templanza, Justicia son las virtudes que llamamos naturales “cardinales”, por cuanto como los puntos cardinales, indican un camino de corrección a seguir (un camino educativo). Cada virtud cardinal se puede expresar a través de diferentes virtudes que , entonces, son llamadas “derivadas” La adjetivación de “naturales” es para diferenciarlas de las virtudes teologales o sobrenaturales que dicen relación directa con Dios, pues en Él tienen su origen y destino; así las virtudes de la fe, esperanza y caridad (camino de gracia, revelación y santidad).  Las virtudes cardinales naturales, en cambio, centran su realización en la voluntad del ser humano y en su relación del mismo con la naturaleza y con los demás hombres.  Imprudencia, Debilidad, Intemperancia e Injusticia; Infidelidad, desesperanza y odio, son las nominaciones que damos respectivamente a los vicios que caracterizan una existencia por oposición o ausencia de las respectivas virtudes. El estudio de la educación en relación con las virtudes teológicas y con el sentido final de la existencia o llamado Bien Final o Último, puede dar lugar a una perspectiva teológica de la educación.  

 MOMENTOS DE UN ACTUAR ÉTICO

PENSAMIENTO DE IGNACIO ELLACURÍA 

… Debemos conocer la realidad, para direccionar nuestra creatividad y optar por aquellas respuestas que impliquen “cultivo de” y no “destrucción de”: Dar la espalda a la realidad es una actitud suicida y homicida de la cual somos inevitablemente responsables. Así, es suicida quien construye castillos en el aire, desconociendo el terreno; pues proyecta un futuro sin considerar la verdadera realidad. La imaginación pueril como es sabido es la que se pierde en ensoñaciones sin punto de apoyo en la realidad educación.  La educación requiere de la capacidad de discernir entre lo aparente y lo real, deducir las consecuencias y, luego, elegir…  En la crianza, el adulto (padres, profesores, médicos) deben elegir lo mejor, lo que es bueno para el crío y evitar lo que realmente es nocivo para él.

Para educar en responsabilidad, debemos educar desde la realidad de un ser humano “situado”, que nos permita cumplir con aquellos tres momentos éticos de que habla Ignacio Ellacuría: hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella para que sea como debe ser.

Si queremos educar, debemos conocer la realidad que viven nuestros educandos; cómo la experimentan, qué sentido y valor le dan en el marco y horizonte históricos de sus vidas. Ser científicos es ser investigadores, indagadores de la realidad misma: es en la realidad donde encontraremos la explicación de lo que le acontece. Esto, que pareciera obvio, a veces parece olvidarse; pues son muchos los que hacen discursos sobre cómo educar sin mirar al educando real; sin interesarse por sus anhelos y temores, sus penas, alegrías y esperanzas o desesperanzas. La hipótesis, la variable determinada, la muestra, la fórmula estadística…; eficaces en el ámbito del mundo predeterminado y lógico - matemático; dejan de lado, desde el punto de partida, lo más esencial del ser humano: su toma de conciencia, su libertad, su vocación de dignidad, su alma, su mismidad… Por ello, se acumulan estadísticas y cientos o miles de investigaciones sociológicas sobre la pobreza y el hombre sigue indigente; lo mismo acontece con la educación…y con otras áreas humanas. Tratemos, entonces, de entender la realidad del educando, la nuestra y el mundo real en que nos encontramos situados.  No se trata de conceptos abstractos, ni de fórmulas preconcebidas; sino de experiencias únicas que ocurren en la historia de vida de personas también unas e íntimas.

1) «Hacerse cargo de la realidad» implica entender la situación real que tenemos ante nuestra mirada. Por ejemplo, entender la situación de agresión y falta de respeto ante la cual podríamos encontrarnos en una sala de clases: Entender sus causas, motivos que la impulsan, formas de expresión, situación familiar de los educandos… Estudiar la realidad de cara a ella, no es lo mismo que estudiarla en la abstracción de un discurso lineal sobre la violencia que puede aparecer en un libro.  No digo que el libro no sirva, sino que es complemento… pero no sustituto de la realidad.  El libro puede aclararnos algunos conceptos, entregarnos algún lenguaje apropiado, algunas estrategias, precisamente, de acercamiento a la realidad que nos preocupa y la cual debemos indagar. 

Para hacernos cargo de la realidad de cualquier realidad y llevarla hasta un salón de clases para tratarla con los alumnos y/o apoderados, sin herirlos, sin exponer sus vidas privadas, el cine nos entrega un aporte pedagógico incalculable; pues a través de su ficción podemos llevar, en un lapso de dos horas, la violencia tal cual se da en situaciones reales de vida: así, podemos presenciar la historia de una agresión física y psicológica desde sus inicios y hasta su culminación; aprehendiendo a través de ella lo que ocasiona el grito, la humillación, la tolerancia de lo intolerable y, al final, la liberación y la búsqueda de la identidad perdida. El cine, nos recrea una realidad sin desintegrarla; pues al igual que la vida real, hace uso de un lenguaje no lineal. Nos permite conocer todos los factores que inciden; la historia misma de cómo se fueron dando; los personajes involucrados y sus formas de actuar e influir en ella.

 

Una pedagogía experiencial necesita instalarnos en la realidad misma para que, por empatía, accedamos a ella experiencialmente; a través no sólo de una observación directa, sino íntimamente, esto es, haciéndola formar parte de nuestras propias experiencias de vida –acogiéndola- para luego entenderla comprensivamente.  A ello aludimos cuando decimos “me pongo en el lugar de”, “siento en carne propia lo que te ha pasado”.  Se trata, entonces, de imaginarse intelectiva, moral y afectivamente lo que otros han vivido; es lo que también se logra con las historias fílmicas que mágicamente, con el uso de los recursos del lenguaje cinematográfico, nos introducen en un mundo que, aunque sabemos ficticio, nos hace sentir lo que viven los personajes: nos enojamos con ellos, reímos, lloramos, criticamos, damos consejos… El espectador de cine, en la medida que conoce todos los elementos que conforman una situación: quienes son los buenos, los que mienten, los engañados, las intenciones de los personajes, sus fortalezas y debilidades, etc., entiende la realidad, por ello, puede “hacerse cargo” de ella y, seguidamente, “hacer los cargos que corresponda”, esto es, “cargar con la realidad”.

2) “Cargar con la realidad” implica determinar y analizar los distintos grados de responsabilidades que se articulan en una situación; distinguiendo entre causas, influencias y condiciones. La causa es la determinante. Si no tienes el don o virtud del canto, por ejemplo, jamás podrás cantar bien, aunque tengas la oportunidad de acceder a los mejores maestros de canto. Pero si cantas bien, la causa es tu don y tu esfuerzo por realizarlo; el maestro ha sido una buena y a lo mejor gran influencia o apoyo positivo, que ha facilitado la acción de la causa que es siempre íntima, pero no es determinante de tu realización; pues somos libres. Ahora bien, podrás saber cantar; pero si estás afónico o estás en un recinto donde se debe guardar silencio; hay que esperar o hacer algo para que cambien las condiciones.  En otras palabras, la causa es determinante; las influencias y condiciones, no.  Existiendo la causa –el talento- el ser humano puede superar toda influencia y condicionamientos, como también puede no aprovechar las influencias y condicionamientos positivos: Tiene talento, los medios óptimos para aprender, el tiempo y lugar apropiado, pero la falta de voluntad o inseguridad, inhibe la actuación de la causa, esto es, la actualización de su talento.  Superados los vicios o debilidades, podrá realizarse si lo hace “a tiempo”; pues algunos talentos son condicionados por el paso del tiempo, a tal punto, que se vuelven un “imposible de realizar”; ejemplo, el tenis a gran nivel, la danza.  Las causas son siempre íntimas o internas (La causa de que el vidrio se quiebre con una piedra es su fragilidad; si no fuera frágil, no se rompería ni con un balazo.  Influencias para que la fragilidad actúe son muchas: agua hirviendo, un terremoto, un alunizaje…  Cargar la realidad, entonces, implica tener claridad sobre cuáles son las causas de un actuar y qué lo motiva o influye, condiciona.

 

3) “Encargarnos de la realidad” implica estar en condiciones de poder asumir la propia responsabilidad frente a quienes nos hemos comprometido. Somos educadores; algo debemos hacer frente al dolor, abandono, violencia que sufren nuestros educandos; no podemos asumir una actitud de irresponsabilidad o de inoperancia. Ser responsables implica responder de las consecuencias de lo que hacemos y de lo que no hacemos. Por supuesto que, para ello, tal como hemos visto, es necesario hacerse cargo de la realidad, luego cargar con ella y, ahora, encargarnos (responsabilizarnos) de ella; preguntarnos, entonces, qué debemos hacer ante tal situación.

Cuando damos espacio y derecho a cualquier acción injusta, sin hacer nada, no sólo aumentamos el daño a quien ha sido injustamente agredido, sino que dificultamos la convivencia en paz de un curso y damos lugar al mal ejemplo. 

… Debemos asumir nuestra responsabilidad; atrevernos a mirar, ver y tomar las riendas para guiar a quienes nos corresponda por buenos caminos y, si no existen, construirlos… Buscar o crear un buen material en el cual los educandos descubran y logren discernir y entender el buen y mal actuar, la diferencia entre virtudes y vicios, se planteen dilemas éticos… Liderar para instar a otros a colaborar en la misma ruta, elaborar planes de acción o programas educativos y, así, formar en valores para erradicar la maleza y sanar las heridas de muchas almas. 

Alfonso López Quintás, afirmaba en el libro que escribiera junto a Gustavo Villapalos: “La responsabilidad es siempre proporcional a la dignidad. La dignidad de quien consagra su vida a orientar a niños y jóvenes es muy alta. Se hace responsable del futuro de estas personas y, consiguientemente, de la sociedad”

 

Antes de hacernos cargo de la realidad, debemos hacernos cargo de nosotros.

Entender o entendernos no es fácil. Por ahora, digámoslo en forma simple: Somos lo que hemos ido haciendo de nosotros a lo largo de nuestra trayectoria de vida; en ello debemos incluir lo que podíamos o debíamos haber sido y no fuimos y lo que podríamos o deberíamos ser y aún no realizamos. Generalmente, entender nuestro propio actuar personal, es mucho más complejo que entender el de otros… A veces, la explicación o comprensión de una actitud, decisión o comportamiento está en la interpretación o sentido que hemos dado en el pasado a una experiencia que, para otros, podría no tener mayor incidencia.  Analizarnos moralmente es difícil, influyen sentimientos y un pasado que no es recordado tal cual ocurrió.  Además, el pasado ya fue, no es modificable; la esperanza está en proyectar un futuro que aún no es.  Es algo que todo educador debe tener presente, para alentar al alumno a superarse y no aplastarlo, haciendo hincapié en el error ya pasado.

 

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