MOMENTOS DEL ACTUAR ÉTICO
Pensamiento de Ignacio Ellacuría
educadesdelaciencia.blogspot.com
Lilian Arellano Rodríguez
Extracto.
… Debemos conocer la realidad,
para direccionar nuestra creatividad y optar por aquellas respuestas que
impliquen “cultivo de” y no “destrucción de”: Dar la espalda a la realidad
es una actitud suicida y homicida de la cual somos inevitablemente
responsables. Así, es suicida quien construye castillos en el aire,
desconociendo el terreno; pues proyecta un futuro sin considerar la verdadera
realidad. La imaginación pueril como es sabido es la que se pierde en
ensoñaciones sin punto de apoyo en la realidad educación. La educación
requiere de la capacidad de discernir entre lo aparente y lo real, deducir las
consecuencias y, luego, elegir… En la crianza, el adulto (padres,
profesores, médicos) deben elegir lo mejor, lo que es bueno para el crío y
evitar lo que realmente es nocivo para él.
… Para educar en
responsabilidad, debemos educar desde la realidad de un ser humano “situado”,
que nos permita cumplir con aquellos tres momentos éticos de que habla Ignacio
Ellacuría: hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella
para que sea como debe ser.
Si queremos educar, debemos
conocer la realidad que viven nuestros educandos; cómo la experimentan, qué
sentido y valor le dan en el marco y horizonte históricos de sus vidas. Ser
científicos es ser investigadores, indagadores de la realidad misma: es en la
realidad donde encontraremos la explicación de lo que le acontece. Esto, que
pareciera obvio, a veces parece olvidarse; pues son muchos los que hacen
discursos sobre cómo educar sin mirar al educando real; sin interesarse por sus
anhelos y temores, sus penas, alegrías y esperanzas o desesperanzas. La
hipótesis, la variable determinada, la muestra, la fórmula estadística…;
eficaces en el ámbito del mundo predeterminado y lógico - matemático; dejan de
lado, desde el punto de partida, lo más esencial del ser humano: su toma de
conciencia, su libertad, su vocación de dignidad, su alma, su mismidad… Por
ello, se acumulan estadísticas y cientos o miles de investigaciones
sociológicas sobre la pobreza y el hombre sigue indigente; lo mismo acontece
con la educación…y con otras áreas humanas. Tratemos, entonces, de entender la
realidad del educando, la nuestra y el mundo real en que nos encontramos
situados. No se trata de conceptos abstractos, ni de fórmulas
preconcebidas; sino de experiencias únicas que ocurren en la historia de vida
de personas también unas e íntimas.
1) «Hacerse cargo de la
realidad» implica entender la situación real que
tenemos ante nuestra mirada. Por ejemplo, entender la situación de agresión y
falta de respeto ante la cual podríamos encontrarnos en una sala de clases:
Entender sus causas, motivos que la impulsan, formas de expresión, situación
familiar de los educandos… Estudiar la realidad de cara a ella, no es lo mismo
que estudiarla en la abstracción de un discurso lineal sobre la violencia que
puede aparecer en un libro. No digo que el libro no sirva, sino que es
complemento… pero no sustituto de la realidad. El libro puede aclararnos
algunos conceptos, entregarnos algún lenguaje apropiado, algunas estrategias,
precisamente, de acercamiento a la realidad que nos preocupa y la cual debemos
indagar.
Para hacernos cargo de la
realidad de cualquier realidad y llevarla hasta un salón de clases para
tratarla con los alumnos y/o apoderados, sin herirlos, sin exponer sus vidas
privadas, el cine nos entrega un aporte pedagógico incalculable; pues a través
de su ficción podemos llevar, en un lapso de dos horas, la violencia tal cual
se da en situaciones reales de vida: así, podemos presenciar la historia de una
agresión física y psicológica desde sus inicios y hasta su culminación;
aprehendiendo a través de ella lo que ocasiona el grito, la humillación, la
tolerancia de lo intolerable y, al final, la liberación y la búsqueda de la
identidad perdida. El cine, nos recrea una realidad sin desintegrarla; pues al
igual que la vida real, hace uso de un lenguaje no lineal. Nos permite conocer
todos los factores que inciden; la historia misma de cómo se fueron dando; los
personajes involucrados y sus formas de actuar e influir en ella.
Una pedagogía
experiencial necesita instalarnos en la realidad misma para que, por
empatía, accedamos a ella experiencialmente; a través no sólo de una
observación directa, sino íntimamente, esto es, haciéndola formar parte de
nuestras propias experiencias de vida –acogiéndola- para luego entenderla
comprensivamente. A ello aludimos cuando decimos “me pongo en el lugar
de”, “siento en carne propia lo que te ha pasado”. Se trata, entonces, de
imaginarse intelectiva, moral y afectivamente lo que otros han vivido; es lo
que también se logra con las historias fílmicas que mágicamente, con el uso de
los recursos del lenguaje cinematográfico, nos introducen en un mundo que,
aunque sabemos ficticio, nos hace sentir lo que viven los personajes: nos
enojamos con ellos, reímos, lloramos, criticamos, damos consejos… El espectador
de cine, en la medida que conoce todos los elementos que conforman una
situación: quienes son los buenos, los que mienten, los engañados, las
intenciones de los personajes, sus fortalezas y debilidades, etc., entiende la
realidad, por ello, puede “hacerse cargo” de ella y, seguidamente, “hacer los
cargos que corresponda”, esto es, “cargar con la realidad”.
2) “Cargar con la realidad” implica
determinar y analizar los distintos grados de responsabilidades que se
articulan en una situación; distinguiendo entre causas, influencias y
condiciones. La causa es la determinante. Si no tienes el don o virtud del
canto, por ejemplo, jamás podrás cantar bien, aunque tengas la oportunidad de
acceder a los mejores maestros de canto. Pero si cantas bien, la causa es tu
don y tu esfuerzo por realizarlo; el maestro ha sido una buena y a lo mejor
gran influencia o apoyo positivo, que ha facilitado la acción de la causa que
es siempre íntima, pero no es determinante de tu realización; pues somos
libres. Ahora bien, podrás saber cantar; pero si estás afónico o estás en un
recinto donde se debe guardar silencio; hay que esperar o hacer algo para que
cambien las condiciones. En otras palabras, la causa es determinante; las
influencias y condiciones, no. Existiendo la causa –el talento- el ser
humano puede superar toda influencia y condicionamientos, como también
puede no aprovechar las influencias y condicionamientos positivos: Tiene
talento, los medios óptimos para aprender, el tiempo y lugar apropiado, pero la
falta de voluntad o inseguridad, inhibe la actuación de la causa, esto es, la
actualización de su talento. Superados los vicios o debilidades, podrá
realizarse si lo hace “a tiempo”; pues algunos talentos son condicionados por
el paso del tiempo, a tal punto, que se vuelven un “imposible de realizar”;
ejemplo, el tenis a gran nivel, la danza. Las causas son siempre íntimas
o internas (La causa de que el vidrio se quiebre con una piedra es su
fragilidad; si no fuera frágil, no se rompería ni con un balazo.
Influencias para que la fragilidad actúe son muchas: agua hirviendo, un
terremoto, un alunizaje… Cargar la realidad, entonces, implica tener
claridad sobre cuáles son las causas de un actuar y qué lo motiva o influye,
condiciona.
3) “Encargarnos de la
realidad” implica estar en condiciones de poder asumir la propia
responsabilidad frente a quienes nos hemos comprometido. Somos educadores; algo
debemos hacer frente al dolor, abandono, violencia que sufren nuestros
educandos; no podemos asumir una actitud de irresponsabilidad o de inoperancia.
Ser responsables implica responder de las consecuencias de lo que hacemos y de
lo que no hacemos. Por supuesto que, para ello, tal como hemos visto, es
necesario hacerse cargo de la realidad, luego cargar con ella y, ahora,
encargarnos (responsabilizarnos) de ella; preguntarnos, entonces, qué debemos
hacer ante tal situación.
Cuando damos espacio y derecho a
cualquier acción injusta, sin hacer nada, no sólo aumentamos el daño a quien ha
sido injustamente agredido, sino que dificultamos la convivencia en paz de un
curso y damos lugar al mal ejemplo.
… Debemos asumir nuestra
responsabilidad; atrevernos a mirar, ver y tomar las riendas para guiar a
quienes nos corresponda por buenos caminos y, si no existen, construirlos…
Buscar o crear un buen material en el cual los educandos descubran y logren
discernir y entender el buen y mal actuar, la diferencia entre virtudes y
vicios, se planteen dilemas éticos… Liderar para instar a otros a colaborar en
la misma ruta, elaborar planes de acción o programas educativos y, así, formar
en valores para erradicar la maleza y sanar las heridas de muchas almas.
Alfonso López Quintás, afirmaba
en el libro que escribiera junto a Gustavo Villapalos: “La responsabilidad es
siempre proporcional a la dignidad. La dignidad de quien consagra su vida a
orientar a niños y jóvenes es muy alta. Se hace responsable del futuro de estas
personas y, consiguientemente, de la sociedad”
Antes de hacernos cargo de la
realidad, debemos hacernos cargo de nosotros.
Entender o entendernos no es fácil.
Por ahora, digámoslo en forma simple: Somos lo que hemos ido haciendo de
nosotros a lo largo de nuestra trayectoria de vida; en ello debemos incluir lo
que podíamos o debíamos haber sido y no fuimos y lo que podríamos o deberíamos
ser y aún no realizamos. Generalmente, entender nuestro propio actuar personal,
es mucho más complejo que entender el de otros… A veces, la explicación o
comprensión de una actitud, decisión o comportamiento está en la interpretación
o sentido que hemos dado en el pasado a una experiencia que, para otros, podría
no tener mayor incidencia. Analizarnos moralmente es difícil, influyen
sentimientos y un pasado que no es recordado tal cual ocurrió. Además, el
pasado ya fue, no es modificable; la esperanza está en proyectar un futuro que
aún no es. Es algo que todo educador debe tener presente, para alentar al
alumno a superarse y no aplastarlo, haciendo hincapié en el error ya pasado.
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